El solsticio de verano mostrará la mejor cara del Jardín de Rocas de La Alfranca
Las 230 grandes rocas del jardín se orientan según la salida del solsticio de verano
El gran jardín, obra del arquitecto Carlos Martín La Moneda, es el final del nuevo Camino Natural de La Alfranca, en el CIAMA
El solsticio de verano, que tendrá lugar en el amanecer de este sábado 21 de junio, será un momento mágico para visitar el Jardín de Rocas de La Alfranca, ya que está diseñado según una disposición geométrica que se rige por los movimientos solares.
El Jardín de Rocas es el final del nuevo Camino Natural de La Alfranca, en el Centro Internacional del Agua y el Medio Ambiente (CIAMA). Tiene 230 grandes rocas de minerales aragoneses y 7.600 plantas. El Camino Natural se puede recorrer mediante un tren turístico, que parte desde Zaragoza, así como a pie o en bicicleta. Los teléfonos de información son el 976 10 58 40 y el 680 483 260. La directora del CIAMA, Marta Puente, y el arquitecto diseñador del jardín de rocas, Carlos Martín La Moneda, visitarán las instalaciones en el momento del amanecer, previsto para las 6,29 horas.
Un Jardín de Rocas como Juego de la Oca
El Jardín de Rocas está basado en el juego infantil de la oca. El arquitecto Carlos Martín La Moneda lo ha concebido como un espacio de encuentro entre lo material y lo espiritual, elementos que, según el saber ancestral y tradicional, componen la naturaleza del ser humano. Plantas y rocas, en relación armónica, refuerzan en el visitante un sentimiento de pertenencia a la ¿Madre Tierra¿, al tiempo que invitan a conocer el medio ambiente aragonés y a reflexionar sobre el reto de la sostenibilidad.
El recurso estético utilizado para mostrar las diferentes rocas del territorio de Aragón ha sido la construcción de estructuras circulares de piedras, como los utilizados por los primeros hombres que habitaron la Tierra. La sencillez constructiva y potencia estética que encontraron en la época del neolítico los primeros hombres fue resultado de un intento sensible por encontrar la conexión entre ellos y el misterio de la naturaleza-cosmos en la que habitamos.
Según los diseñadores, las casillas del juego de la oca, como el puente, la posada o la muerte, son etapas para reflexionar y alcanzar el conocimiento y una adecuada sintonía con el entorno. Las ocas, animales considerados tradicionalmente como protectores, representan la defensa de los valores de una humanidad que necesita recuperar su contacto con las fuentes de la vida.
Reloj solsticial
El reloj solsticial indica los movimientos solares a lo largo del año y revela la ¿arquitectura sagrada¿ sobre la que se ordenó, hace varios siglos, la construcción de los edificios de La Alfranca y que unifica los espacios históricos con el nuevo jardín. Los 14 monumentos megalíticos, ¿cromlech¿ circulares formados por 14 pequeños menhires, se orientan siguiendo la salida del sol en verano (solsticio de verano).
El puente, situado al comienzo, es el principio del aprendizaje; la posada es la reflexión; el laberinto es el reto por encontrar soluciones sostenibles; en la cárcel se pagan los errores colectivos de modelos sociales inadecuados¿ Y al final del juego, se invita a subir a un mirador de madera elevado que nos permite disfrutar del paisaje de la Reserva Natural de los Galachos del Ebro.
Las casillas del juego de la oca son grandes círculos trazados siguiendo una disposición geométrica, que se rige por los movimientos solares. Algunos de estos círculos son monumentales, formados por 14 rocas de gran tamaño cada uno, todas ellas de Aragón, a modo de espacio interpretativo sobre la gran riqueza de nuestro patrimonio geológico y natural.
Un jardín vegetal formado por plantas autóctonas de ribera de Aragón envuelve el conjunto. Se trata de un espacio dual: una pradera que, por un lado deja ver los monumentos, y un bosque que por otro esconde el ¿laberinto del saber¿, en homenaje a científicos y visionarios.
El ¿estanque de la oca¿ forma un círculo perfecto. El puente que lo atraviesa pasa por su centro, desde donde se invita a experimentar fenómenos sensoriales especiales. El pozo contiene una muestra de minerales de Aragón que completa la visión ya ofrecida por las piedras monumentales. El ¿laberinto del saber¿, escondido en lo más profundo del bosque, nos invita a un largo paseo de reflexión sobre los problemas ambientales que nos acucian y que son el signo de nuestros tiempos.
Subiendo hasta el mirador por una escalera de madera de siete tramos con siete peldaños cada uno se observa la intencionalidad del jardín y del conjunto arquitectónico de la Alfranca en contraposición con la regularidad de los campos de cultivo o el aparente desorden de la exuberante vegetación de la Reserva Natural.